Momentos de tensión se vivieron en el Aeropuerto Internacional de Orlando el pasado 4 de julio, cuando un avión de la aerolínea JetBlue se salió de la pista mientras se preparaba para despegar rumbo a Worcester, Massachusetts. El incidente, aunque alarmante, no dejó personas heridas.
De acuerdo con reportes de medios locales y la aerolínea involucrada, la aeronave, identificada como el vuelo 488, se encontraba en maniobras de rodaje cuando, repentinamente, el tren delantero perdió la capacidad de dirección y frenado. En una comunicación registrada con la torre de control, uno de los pilotos advirtió: “No podemos. Estamos intentando detener la aeronave”.
Poco después, el avión comenzó a desplazarse fuera del pavimento, deteniéndose finalmente sobre el área de césped contigua a la pista. Las acciones de la tripulación combinadas con la torre de control permitieron que en tierra se prepararan las condiciones para lograr que no hubiese males mayores y desembarcar a los viajeros.
Pese al susto, la situación fue contenida sin necesidad de intervención de los equipos de emergencia. Los pasajeros y la tripulación fueron evacuados en autobuses hasta la terminal y no se reportaron lesiones. Sin embargo, el incidente provocó retrasos significativos: el vuelo, que estaba programado para despegar antes de las 10 de la mañana, partió con más de cuatro horas de demora. Hasta el momento de redacción de este artículo se desconoce la cantidad de pasajeros que estaban en la aeronave al momento del incidente.
JetBlue, a través de un comunicado, afirmó que la seguridad es su “máxima prioridad”. “La seguridad es nuestra máxima prioridad. Estamos realizando una investigación exhaustiva y trabajaremos en estrecha colaboración con las autoridades correspondientes para determinar la causa del incidente”. Según indicaron, el incidente está vinculado a una aparente avería en el tren delantero de la aeronave.
Este incidente ocurre apenas tres semanas después de que otro avión de JetBlue sufriera un percance similar en Boston, donde se salió de pista durante el aterrizaje debido a problemas de dirección. Aunque por ahora no se ha establecido una relación directa entre ambos casos, la aerolínea ha iniciado una revisión exhaustiva de sus procedimientos operativos en tierra.
La aeronave terminó desplazándose ligeramente fuera del pavimento, aunque logró detenerse sin que se produjeran lesiones entre pasajeros o tripulantes. Los equipos de emergencia acudieron al lugar, pero no fue necesaria evacuación de urgencia ni atención médica. Sin embargo, el avión quedó inmovilizado en pista, provocando demoras en otras operaciones del aeropuerto. JetBlue informó en ese momento que estaría colaborando con las autoridades federales para esclarecer las causas del fallo mecánico.
La Administración Federal de Aviación (FAA) se encuentran al tanto de lo sucedido y se espera un informe preliminar en los próximos días. Mientras tanto, los pasajeros afectados expresaron su alivio por haber salido ilesos, aunque señalaron la incomodidad de las largas horas de espera y la incertidumbre sobre la continuidad de sus viajes.
En los últimos años, la FAA ha manifestado creciente preocupación por el aumento de incidentes en pista en aeropuertos de EE. UU., conocidos como incursiones o salidas de pista. Solo en 2022 se registraron más de 1.700 casos, impulsados por factores como falta de personal, sobrecarga de tráfico aéreo y errores humanos.
La FAA está realizando auditorías en aeropuertos clave y modernizando infraestructuras para reducir riesgos, aunque expertos advierten que las fases de despegue y aterrizaje siguen siendo las más vulnerables del vuelo. Pese a estos incidentes, EE. UU. mantiene uno de los sistemas de aviación más seguros del mundo, aunque las autoridades reconocen la necesidad de reforzar protocolos y capacitación para mantener bajos los índices de accidentes.
