Este jueves por la tarde, dos aeronaves sufrieron una colisión parcial en el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, ubicado en Washington DC. El incidente se produjo cuando una aeronave que se trasladaba por la pista de rodaje antes de despegar colisionó con otro avión que estaba estacionado en una de las calles del aeródromo.
A pesar de que no hubo heridos, el suceso causó una atmósfera tensa en el interior, en especial considerando que varios legisladores estadounidenses estaban entre los pasajeros. Por consiguiente, el vuelo se canceló y los pasajeros se trasladaron hacia la terminal para que los técnicos de la Administración Federal de Aviación (FAA) pudiesen evaluar los daños.
Testigos del choque afirmaron que fue repentino, pero bastante silencioso, uno de ellos que viajaba en la aeronave grabó el momento en el capitán se dirigía a los pasajeros informando sobre el suceso. “La FAA va a venir a hacer algunas inspecciones, así que por ahora nos han dicho que nos quedemos donde estamos. Esto es algo que puede tomar cinco minutos o una hora, lo siento, no puedo decírtelo ahora”, comentó.
El piloto aparentaba preocupación, aunque hizo un esfuerzo por mantener la serenidad en el interior de la aeronave mientras se implementaban las medidas de seguridad. La puerta de la cabina permaneció sellada, y los viajeros continuaron sentados en sus lugares por varios minutos hasta recibir la aprobación para que el avión regresara a la terminal.
Otro de los testigos fue el congresista por el estado de Nueva York, Nick Lalota el cual informó sobre la noticia a través de su cuenta en X. “Otro avión acaba de chocar contra nuestra ala. Regresamos a la puerta de embarque, pero por suerte todos estamos bien”, escribió el político estadounidense. Acompañando su comunicado, compartió una fotografía capturada desde su ventana que revela el ala dañada.
A pesar de estar bajo control, la situación llevó a que se anularan o modificaran los planes de viaje de varios pasajeros. LaLota mencionó además que su compañera, la diputada Grace Meng, ayudó a tranquilizar a los viajeros al ofrecerles uvas como un gesto amistoso y despreocupado mientras esperaban.
También estaba a bordo del avión involucrado otro legislador, el congresista demócrata de Nueva Jersey, Josh Gottheimer. Aprovechando que no resultó herido, también hizo una observación crítica sobre la situación de la seguridad en los vuelos. “Mientras esperaba para despegar en la pista de DCA, otro avión impactó nuestra ala. Afortunadamente, todos estamos a salvo. Solo un recordatorio: los recientes recortes a la FAA debilitan nuestros cielos y la seguridad pública”, escribió en la misma red social.
Después del accidente, se decidió que ambos aviones fueran sacados de operación para realizarles exhaustivas revisiones técnicas. Las autoridades de la FAA iniciaron una investigación con el objetivo de esclarecer las causas que pudieron generar este suceso, entre ellas la hipótesis de que hubiese errores humanos, errores de comunicación en la torre de control o deficiente señalización en la pista.
A pesar de que no se publicaron informes oficiales sobre heridos, el suceso tuvo un gran significado al incluir a destacados líderes políticos y al ocurrir en un aeropuerto que ha sido objeto de atención mediática por problemas de seguridad. Hace tres meses atrás este mismo aeropuerto fue escenario de una de las catástrofes más grandes de la aviación de EE.UU.
En el mes de enero, un jet de American Airlines chocó en pleno vuelo con un helicóptero Black Hawk del Ejército, resultando en la trágica pérdida de las 67 vidas de los ocupantes en ambos vehículos aéreos.
El incidente ocurrió mientras se realizaban maniobras de aproximación y fue reportado por testigos como una fuerte explosión que dejó caer escombros alrededor de las instalaciones del aeropuerto. Este suceso causó una ola de consternación a nivel nacional, en especial por su cercanía al centro político de los Estados Unidos.
Este incidente generó una serie de reproches hacia los organismos federales y la gestión del aeropuerto, además de un análisis inmediato de los procedimientos de vigilancia aérea. La FAA y el Ministerio de Defensa comenzaron indagaciones por su cuenta, y se solicitó un mejor trabajo conjunto entre la aviación civil y las actividades militares en áreas con tráfico compartido.
Desde ese momento, el aeropuerto ha registrado una cantidad notable de situaciones alarmantes: intentos fallidos de aterrizaje, informes de fallos en la gestión del tráfico aéreo, y quejas internas acerca de problemas del personal en la sala de control. En realidad, en las semanas que siguieron a la tragedia de enero, dos controladores de vuelo se involucraron en un altercado físico en la torre, culminando con un episodio violento que dejó manchas de sangre en un panel de control.