Este domingo en una entrevista el presidente de Estados Unidos Donald Trump comentó que el secretario de Estado Marco Rubio y el vicepresidente JD Vance tienen las cualidades para mantener la conducción del movimiento Make America Great Again que él ha promovido en sus dos mandatos.
En la conversación con la periodista Kristen Welker de NBC News que transmitió ‘Meet the Press’ Trump no quiso dar un apoyo absoluto, sin embargo, afirmó que en el caso de él no estar al frente por más tiempo el movimiento sería capaz de sobrevivir gracias al cambio que ha dado el partido republicano de EE.UU.
El magnate explicó que dentro de todas las personas que existen en su grupo de trabajo Marco Rubio cuenta con excelentes condiciones para seguir adelante su proyecto considerándolo como una persona «increíble» y con gran responsabilidad dentro de su gabinete. Con respecto a su vicepresidente Vance mencionó que también tiene cualidades que permitirían una sucesión calificándolo de ser muy «talentoso».
Marco Rubio quien posee un rol destacado al frente del Departamento de Estado de Estados Unidos y quien hace poco asumió el cargo como asesor interino de Seguridad Nacional ha fortalecido su imagen dentro del entorno cercano al presidente.
El vicepresidente Vance por su parte también ha ganado peso político siendo uno de los fervientes servidores de las políticas de Trump. Ante la pregunta de la periodista sobre la presencia de Vance en su lista de sucesores para 2028 el mandatario no estuvo seguro en su respuesta. “Podría serlo… pero no quiero involucrarme en eso”, manifestó el presidente número 47 de EE.UU.
No obstante, reconoció que ser vicepresidente le otorgaría una ventaja, aunque no rechazó la posibilidad de enfrentar un desafío interno: “Podría ser desafiado por alguien más”.
El líder también comentó sobre las conjeturas relacionadas con un posible tercer mandato, las cuales fueron intensificadas por la comercialización de gorras que dicen “Trump 2028”. Si bien expresó que aprecia el respaldo de sus seguidores, enfatizó que no está barajando esa opción. “Hasta donde sé, ello no es permitido”, se refirió a la Enmienda 22 de la Constitución de EE.UU.
Al final, Trump declaró que su meta es finalizar un nuevo período de gobierno con éxito y “ceder el poder a alguien, idealmente un gran republicano, para que lo lleve adelante”. Esta declaración marca un giro significativo en la narrativa política que Trump había impulsado, donde incluso insinuaba que existían métodos para permanecer en el poder más allá de los dos mandatos permitidos por la Constitución.
Durante varios meses, Donald Trump había alimentado la idea de que podría buscar un tercer mandato en 2028, señalando que el límite constitucional podría tener interpretaciones alternativas y que, en teoría, existían mecanismos para prolongar su presidencia.
Sin embargo, en esta entrevista, el exmandatario adoptó un tono más respetuoso hacia la ley y la Constitución, afirmando que su enfoque actual está en «tener cuatro años excelentes». Además, reconoció que no está seguro de si buscar un tercer mandato sería constitucionalmente permitido, lo que evidencia un cambio en su discurso y una posición más prudente frente a las normas electorales de Estados Unidos.
Este respaldo explícito a ambos líderes apunta a una estrategia política clara: Trump busca consolidar un legado a través de sucesores que continúen con la agenda y los valores que él promovió durante su presidencia. La mención de Vance y Rubio como posibles candidatos para las elecciones de 2028 refleja la intención del presidente de influir en la dirección futura del Partido Republicano.
La decisión de Donald Trump de no buscar un tercer mandato en 2028 y su respaldo a JD Vance y Marco Rubio como posibles sucesores tienen implicaciones importantes para el futuro del Partido Republicano. Tras una presidencia que generó tanto fervor como controversia, la continuidad del movimiento Make America Great Again depende en gran medida de quién tome el relevo y cómo logren conectar con el electorado.
El apoyo de Trump a Vance y Rubio puede interpretarse como un intento de asegurar que el partido mantenga una línea ideológica y política coherente con su legado. Además, esta estrategia podría ayudar a unificar a las distintas facciones internas del partido, que en ocasiones han mostrado divisiones y desacuerdos sobre la dirección a seguir.