En los últimos días, la comunidad cubana en Estados Unidos ha estado conmocionada por la deportación de Heidy Sánchez Tejeda, una madre cubana que se encontraba bajo supervisión migratoria en el territorio estadounidense. Su situación ha llamado la atención de la comunidad cubana, congresistas y expertos en leyes migratorias ya que el caso no solo refleja las complejidades migratorias, sino que plantea interrogantes sobre los derechos de las familias.
Las autoridades del Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU (ICE) deportaron hace unos días a Cuba a Heidy Sánchez Tejeda después que esta asistiera a una cita de rutina en Tampa. Lo polémico de este caso es que la antillana dejó atrás a una niña de un año en compañía de su padre que es ciudadano americano. La deportación a la isla ocurre a pesar de que Heidy estaba bajo una supervisión migratoria conocida como I-220B una figura legal que como explican los juristas puede llevar a su expulsión del país de forma inmediata.
Sánchez Tejeda aterrizó en La Habana en un avión con otros 81 cubanos vestida con uniforme y esposada mientras su familia espera su regreso con ansias para que pueda darle los cuidados requeridos a la menor y pueda regularizar su estatus en EE.UU.
Por otro lado, Heidy en una entrevista que concedió a The Associated Press imploró en llanto al presidente Donald Trump que le permita volver junto a su familia. “Dice que cree en Dios, yo también creo en Dios y (le pediría) que se pusiera la mano en el corazón, que por favor nos ayudara a reunir a nuestra familia, a mi bebé que es pequeña, me necesita”, dice desconsolada la cubana.
Los procesos para detener o paralizar una deportación suelen ser complejos y requieren pruebas que demuestren un impacto negativo significativo en la familia, especialmente cuando hay hijos ciudadanos estadounidenses o vínculos fuertes con la comunidad.
El caso de Heidy se suma no es aislado, en el mismo avión que ella viajó había otro cubano que también dejaba atrás a su pareja ciudadana americana y su hija lo cual enciende las alarmas sobre los procedimientos que están empleando los agentes de ICE. Se ha abierto un debate sobre un patrón que parece estar emergiendo en las deportaciones hacia Cuba.
Johana Soler, abogada de inmigración explica que las autoridades tienden a aceptar más rápidamente a personas jóvenes y con perfiles no problemáticos mientras que otras con antecedentes criminales o de mayor edad enfrentan procesos más largos para evitar las deportaciones.
Estos casos se comparan con el del reguetonero cubano Yosvani Arismín Sierra conocido como Chocolate quien a pesar de contar con varios arrestos no ha sido deportado a Cuba. Esto ha generado críticas y cuestionamientos sobre la coherencia y justicia en el sistema migratorio y el trato a los perfiles migratorios.
El futuro de Tejeda y su familia sigue siendo incierto ya que las opciones para revertir una deportación basada en una orden I-220B son escasas. La deportación indica que hubo una orden previa y que el proceso legal ya se había agotado. La solidaridad de congresistas y activistas podría abrir la puerta a intervenciones que faciliten la reunificación familiar, aunque estas gestiones suelen ser complicadas y dependen de factores ajenos al sistema judicial migratorio.