Locutor cubano Frank Abel sobre notificación de deportación de EE.UU: «¡Si yo viro para Cuba mi vida será un desastre!»

Frank Abel. Foto: Video de Instagram de destinotolk

En un contexto de creciente tensión migratoria en Estados Unidos, el caso de Frank Abel González Bernal ha conmocionado a la comunidad hispana, especialmente a la cubana. Frank Abel, conocido por su lucha y testimonio como refugiado político en Tampa, Florida, se encuentra enfrentando una situación límite tras recibir una carta oficial de inmigración que le ordena abandonar el país.

Frank Abel, quien entró a Estados Unidos hace más de tres años mediante un documento I-220A y solicitó asilo político en Tampa, se ha convertido en la voz de muchos que enfrentan esta crisis. A diferencia de quienes entraron bajo el parole humanitario, Frank no es parole; su estatus es diferente, pero no por ello está exento de las consecuencias de la nueva política migratoria.


En sus propias palabras, Frank relató el impacto devastador que ha tenido la carta de deportación que recibió un viernes a las 10 de la mañana. A pesar de haber trabajado arduamente, haber pagado impuestos y mantener una vida limpia y legal en Estados Unidos, ahora se enfrenta a la posibilidad de ser enviado de regreso a Cuba, un país donde su vida estaría en grave peligro.

Una de las particularidades del caso de Frank Abel es que salió de Cuba con un pasaporte rojo, un documento oficial otorgado a artistas, misiones internacionales y funcionarios. Este tipo de pasaporte tiene implicaciones legales muy graves en Cuba, ya que desertar con él es considerado una traición y puede acarrear penas de hasta 16 años de privación de libertad bajo el nuevo código penal cubano.

Frank explicó que desertó durante una gira en México y que desde entonces es considerado un desertor por el gobierno cubano. La Seguridad del Estado cubana tiene órdenes de detención contra él y otros colegas que desertaron, lo que hace que su retorno sea prácticamente una sentencia de prisión prolongada. Este riesgo convierte la deportación en una condena casi segura para Frank y otros en situaciones similares.

Las emociones que atraviesa Frank Abel son un reflejo del drama humano que hay detrás de cada número o expediente migratorio. La incertidumbre, el miedo y la ansiedad son palpables en su relato. Frank, quien nunca ha tenido un abogado y ha luchado solo para defender su asilo político, ahora enfrenta una batalla legal que podría definir su futuro y el de su familia.


El impacto de esta situación no solo afecta a Frank, sino también a muchos otros inmigrantes que, como él, han encontrado en Estados Unidos una oportunidad para rehacer sus vidas. La comunidad hispana está profundamente afectada, con muchas personas evitando salir a la calle por miedo a ser detenidas. Este clima de temor se refleja en eventos cancelados, disminución de la asistencia a lugares públicos y un aumento en la ansiedad colectiva.

Frank ha señalado que nunca tuvo la posibilidad de pagar un abogado para representarlo en sus tres audiencias de asilo, lo que complicó su defensa. Actualmente, con un trabajo estable y un ingreso formal, está buscando asesoría legal para enfrentar la carta de deportación y preparar su defensa con mayor respaldo.

Muchos líderes comunitarios, organizaciones de apoyo y plataformas como Destino Tolk están haciendo un llamado para que la comunidad se mantenga informada y unida. La situación es compleja y requiere de respuestas legales, sociales y humanitarias que puedan proteger a quienes están en riesgo.

El punto de partida de este caso radica en la reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos, que autorizó a la administración del expresidente Donald Trump a revocar el programa de parol humanitario que protegía a inmigrantes provenientes de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití. Este programa, instaurado durante el gobierno del presidente Joe Biden, permitía a más de 500,000 personas residir legalmente y trabajar en Estados Unidos bajo un estatus temporal.


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