
La familia de Pedro González Capaz, un cubano que ha pasado más de dos décadas en Estados Unidos, pero es I-220B, vive momentos de angustia tras su detención por parte de agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). González Capaz, de 35 años, fue arrestado el pasado 2 de marzo en su vivienda en Key Largo y permanece recluido en el Centro de Detención de Glades, mientras enfrenta una orden de deportación que podría separarlo definitivamente de su familia.
En una entrevista con Telemundo 51 la señora expresó su insatisfacción con las medidas de Donald Trump en materia migratoria. “Muy traicionada, porque yo no pensé que me hiciera esto. Ni a mí, ni a mucha gente”, dijo llorando frente a la cámara de la prensa local. Asimismo, destacó que vive constantemente en una angustia por pensar que algo le puede pasar dentro de la cárcel por lo que en muchas ocasiones le ruega a Dios por su seguridad.
Pedro llegó a EE. UU. en 2003, con apenas 15 años, tras ganar la lotería de visas. Durante su juventud, fue condenado por un delito sexual relacionado con una menor, un antecedente que le costó la residencia permanente y que ahora es el argumento legal para su deportación.
“Me siento traicionada”, confesó Mercedes Capaz, madre del detenido y ciudadana estadounidense, visiblemente conmocionada. “Voté por Trump porque pensé que protegería a las familias, y mira lo que está pasando con la mía.” Desde el arresto de su hijo, asegura vivir en constante ansiedad, entre llantos y rezos, temerosa de que su familia sea destruida.
La situación ha golpeado con dureza a los hijos de Pedro. Su hija mayor manifestó no saber cuándo volverá a ver a su padre, mientras la familia denuncia lo que consideran una persecución injusta derivada del endurecimiento de las políticas migratorias bajo la administración de Donald Trump. Según refleja Mercedes su hijo en el año 2003 mantuvo una relación con una menor lo que le conllevó a enfrenta una condena por depredador sexual y perder su residencia permanente.
Su madre insiste en que a pesar de eso su hijo ya formó una familia y cumple con las leyes hace mucho tiempo, incluso cuenta con casa propia en EE.UU. “Por lo que veo va a ser algo bien masivo, porque no termina. Yo no estoy de acuerdo con nada de eso que él está haciendo”, manifestó sobre el mandatario estadounidense.
El caso de González Capaz refleja un fenómeno creciente en Florida, donde numerosos inmigrantes cubanos y venezolanos —comunidades que en su momento apoyaron con fuerza al expresidente Trump— se sienten hoy traicionados ante la ola de detenciones y procesos de deportación. Según datos citados en el artículo original, la popularidad de Trump entre estos grupos ha caído de un 47 % a un 40 %.
Activistas advierten que las deportaciones alcanzan a personas con largas trayectorias de residencia en EE. UU., con hijos nacidos en el país, propiedades y lazos comunitarios sólidos, que sin embargo quedan marcadas por errores cometidos años atrás. En algunos casos, EE. UU. ha deportado a ciudadanos cubanos a terceros países, como Sudán del Sur, ante la negativa de Cuba de recibirlos. Mientras tanto, la familia Capaz vive con temor e incertidumbre. “Mi hijo no conoce otra vida que la de aquí”, lamentó Mercedes. “Separar familias no es justicia. Es crueldad.”
El destino de Pedro González Capaz sigue pendiente de resolución, en un contexto migratorio cada vez más restrictivo que mantiene a miles de familias al borde de la desesperación.
La comunidad cubana en Estados Unidos enfrenta un clima de creciente incertidumbre, marcado por operativos de detención de inmigrantes que han puesto en riesgo la permanencia de cientos de personas que llevan años, e incluso décadas, residiendo en el país. Casos recientes evidencian cómo las políticas migratorias más estrictas están afectando a cubanos de distintos perfiles, desde jóvenes solicitantes de asilo hasta residentes de larga data con antecedentes penales.
Entre los casos que han conmocionado a la comunidad está el de Isidro Pérez, un pescador cubano de 75 años, quien llegó a Estados Unidos en 1966. Pérez fue detenido el 5 de junio en el centro de detención de Krome, en Miami, pese a sufrir graves problemas cardíacos. Su salud se deterioró rápidamente bajo custodia y murió el 26 de junio tras ser trasladado de urgencia al Hospital Kendall. Su fallecimiento se suma a las cinco muertes registradas en centros de detención de Florida en lo que va de 2025, generando alarma sobre las condiciones en que ICE mantiene a los detenidos.
Otro caso reciente es el de Osmani Mompie, arrestado el 7 de julio en Nueva Orleans por cargos relacionados con tráfico de inmigrantes. Aunque aún se desconoce si será deportado o enfrentará procesos penales federales, ICE ha destacado su caso en una campaña mediática que busca disuadir redes de tráfico humano. La familia de Mompie, según medios locales, se encuentra en shock y denuncia el trato “criminalizante” que reciben muchos cubanos en situaciones similares.